Turquía se ha pronunciado molesta ante la resolución del Congreso estadounidense de calificar el asesinato de los armenios en la Primera Guerra Mundial como un genocidio.
El Primer Ministro, Recep Tayyip Erdogan, dijo que su país ha sido acusado de un crimen que no cometió, agregando que esta decisión afectará las relaciones entre EEUU y Turquía.
Ankara ha llamado a su embajador en Washington para consultar y considerar la respuesta adecuada a esta afrenta.
Por otra parte, la Casa Blanca lamentó el hecho, pues ha estado en contra de este voto; los armenios recibieron satisfechos el calificativo.
El gobierno turco, un aliado clave de EEUU y compañero en la Otan, había presionado constantemente para evitar que el Congreso de ese país realizara la votación.
En 2007, la iniciativa había sido aprobada por el comité, pero fue congelada antes las presiones del gobierno de George W. Bush.