Al menos 32 personas aún no son halladas tras las destructivas inundaciones ocurridas el fin de semana en la isla portuguesa de Madeira.
El número de muertos se ha mantenido en 42, pero los oficiales temen que aquellos que no han sido encontrados hayan sido arrastrados al mar.
Los equipos de rescate han estado utilizando retroescavadoras para remover los escombros, mientras unidades caninas las patrullan en búsqueda de más víctimas.
El lunes, el gobierno portugués anunció tres días de luto por las víctimas del mayor desastre que ha afectado a la isla.
Aún persisten los peligros, por lo que a unos 40 residentes de Ribeira Brava se les ordenó evacuar por la amenaza de futuros colapsos de tierra. Al parecer, también se ha retirado gente de Ponta do Sol.
El desastre ocurrió el sábado, cuando los edificios fueron inundados, los autos enterrados y las personas arrastradas por el torrente de lodo que causaron las fuertes y constantes lluvias.
Equipos del ejército trabajan para reconectar a comunidades que quedaron aisladas debido a los bloqueos carreteros y puentes destruidos.
Personales militares y civiles se han dedicado a sacar las rocas de los caminos y a bombear barro y agua del interior de las casas y locales.
En los sectores más afectados, los colegios han sido cerrados y los oficios suspendidos, en un intento de dejar las calles despejadas para los trabajos de rescate.