El Papa Benedicto XVI dijo a obispos Católico-Romanos provenientes de Irlanda que el abuso sexual a niños «es un crimen horrible».
El año pasado la Iglesia irlandesa admitió haber cubierto casos de abusos a menores por décadas.
Dos informes estatales demostraron cómo estas situaciones se estaban dando habitualmente en muchos institutos irlandeses dirigidos por católicos y la forma en que los obispos simplemente cambiaban de localidad a aquellos que eran descubiertos.
Los investigadores descubrieron que las iglesias tenían archivos de más de cien sacerdotes acusados de abusos, pero estos documentos se mantuvieron en secreto.
El Papa reunió a los 24 obispos al Vaticano para discutir su respuesta ante el escándalo que se ha provocado para la opinión pública.
Dijo que debían enfrentar esta situación con valor y resolución y devolver la credibilidad moral a la Iglesia.
Las víctimas han criticado como la Iglesia ha priorizado el mantener su reputación por sobre la protección de los niños.
Tras varias reuniones, el Papa declaró a la prensa que «el abuso sexual a menores no sólo es un horrible crimen, sino que es un pecado que ofende a Dios y hiere la dignidad del humano que fue creado a su semejanza».
Además aseguró que los obispos irlandeses prometieron una mayor cooperación con las autoridades para «garantizar que los procedimientos y estándares de la Iglesia representen una óptima práctica en Irlanda».
Las agrupaciones de apoyo a las víctimas exigen la destitución de los obispos encubridores, pero sólo cuatro han presentado su renuncia y, hasta ahora, una de ellas fue aceptada formalmente.