Por Marcel Socías Montofré, ex director del diario La Hora
-No, ya no importa lo que me digas. O amenaces. La decisión está tomada. Esto se acaba. Y se acaba hoy. Me da lo mismo para dónde apuntas…-, le dijo él cuidando de cada palabra para no ofenderla. No estaba para más agresiones verbales. Pero tampoco consideraciones temporales. Mucho menos fluoexitina, depresiones o la eterna Beretta APX Calibre 9 mm…
-Ya. Entonces estás de acuerdo en que no hay verdades absolutas. Que ni las tuyas. O las mías-, le dijo ella mientras acariciaba entre sus manos el seguro. Lo único que hasta entonces era cierto y seguro.
La bala.
-Ni las tuyas, ni las mías- le dijo él antes del ruido. Esa tronadura en sus sesos antes que todas las palabras desaparecieran. Tal vez no era su idea. Le daba lo mismo. Por fin se había marchado. Ya no habría más palabras de despedida. Uno de los dos abrió la puerta del cielo y se marchó. El otro había encontrado una verdad absoluta en la Tierra…