«La esperanza es lo último que se pierde», es la consigna de los familiares y amigos de los 33 mineros atrapados desde el jueves en la mina San esteban, en las cercanías de Copiapó.
Ayer domingo, un derrumbe terminó con el rescate directo que los especialistas proponían realizar para terminar con la pesadilla en la mina San Esteban. Por el momento se trabaja en una sonda que se comunique con los mineros y pueda abastecerlos con comida, agua y medicamentos.
En estos precisos instantes, once mineras dejaron sus maquinarias a disposición de los rescatistas, con la intención de acelerar la delicada operación de rescate.
El Presidente Piñera, a su vez aseguró «no escatimar recurso alguno en las tareas de auxilio».
Lo que los expertos pretenden realizar es atacar la mina por el norte y por los costados del cerro con seis máquinas, perforando hasta 20 agujeros de unos 15 cm de diámetro para intentar dar con el refugio donde estarían los mineros. Como explicó un profesional en excavación, «es como clavar una torta de milhojas con un alfiler».
«La sola inclusión de la sonda tardará varios días, probablemente una semana», aclaró el ministro de Minería, Laurence Golborne.
Con cálculos más optimistas, de ocurrir el milagro, su salida, de todos modos, podría postergarse por semanas, sostiene el diputado Carlos Vilchez.
También habrá dos planes alternativos: hacer un túnel por donde se produjo el derrumbe, apostando por la rampa interior, o bien perforar un chiflón por la parte trasera de la mina. Ambas alternativas, aseguró el ministro Golborne, «toman muchísimo tiempo».