Israel anunció la construcción de 1600 casas en Jerusalén Este, una acción que podría opacar la visita del vicepresidente de EEUU, Joe Biden.
La decisión ha molestado a los palestinos, cuyos líderes habían recién aceptado restablecer el diálogo, ante la solicitud de Biden.
La comunidad internacional considera aquella zona, anexada a Israel desde 1967, como un territorio ocupado.
Construir en una sector ocupado es ilegal según la ley internacional, pero Israel considera al Jerusalén Este como propio.
El vocero de la Autoridad Palestina, Nabil Abu Rudeina informó a la prensa que «esta es una decisión peligrosa que entorpecerá cualquier negociación».
«Consideramos que la decisión de construir en Jerusalén Este como una prueba de que los esfuerzos norteamericanos han fallado incluso antes de que comience el diálogo», agregó.
Ante la presión de EEUU, Israel había anunciado una suspensión de 10 meses en las expansiones en Cisjordania, pero esta suspensión excluye a Jerusalén Este, donde los palestinos desean su capital.