El Primer Ministro británico Gordon Brown respondió a una comitiva sobre la guerra de Irak, opinando que fue correcto invadir y que las tropas enviadas tuvieron todo el equipo que necesitaron.
Además, insistió que él no estuvo ignorante de los procedimientos de su predecesor Tony Blair, a pesar de no conocer todos los detalles de la operación.
Sus propios contactos en inteligencia le habrían informado que Irak se había convertido en una amenaza que «debía ser enfrentada».
Pero el tema principal fue que Irak estaba quebrando las resoluciones de la ONU y que a «estados rebeldes» como ese no debía permitírseles continuar al margen de la ley.
Brown dijo que si la comunidad internacional no podía pronunciarse ante Irak, el nuevo orden mundial que se intentaba instaurar, peligraría.