Todas las mañanas él despertaba con miedo. A su ventanidad. A la vida. Al despido en el trabajo. A los de abajo. Al Camino El Alba. Al centro y sus costados. Miedo al abrazo. A compartir. A los malos. A las deudas en el banco. A fallar en el sexo. A que su mujer lo dejara. Al polen. A la vejez. Al transporte público. A las redes sociales. A los impuestos. A la obesidad. A la glucosa. A cualquier cosa…
Hasta que un día su mujer le preguntó…
Desde entonces él anda medio a mejorar andando. Vive y no muere en paz…