Por Marcel Socías Montofre, ex periodista y ex corresponsal de la Revista Cosas en Palma de Mallorca, España.
Cuando elija escribir un cuento, no sea clásico. Digo. No se complique. Por la estructura. Digo. Elija un personaje. En lo posible dos. Hágalo para el lector. Usted. O yo. Sea gentil. Que entendamos. Algo para leer fácil. De editoriales. No le complique la vida a nadie. No busque ni se le ocurra plagiar a autores rusos. Esos son confusos. Menos los alemanes. Sea menos de los musicales. Y de los anglos ni hablar. Usted afírmese aquí. En Suramérica. Después de 500 años aprendimos a plagiar la Ilustración. Sea fácil. Algo sencillo. De bolsillo. Y no se le ocurra Macondo. Eso ya se diluvió. Mejor use el paraguas. No se moje y escriba. Tan sólo escriba. De su vida. De lo que se le ocurra. Aunque sea palabra dura. De su vida escriba. Mastique. Entregue. Algo así como…
-Cuando Paulina me habló del abortó le corté. Estaba loca.
-¿Javier?-, me dijo en la segunda llamada.
-¿Paulina? ¿Viste que subí tu llamada a Youtube?-, le dije.
-¿Cuántos likes?-, me dijo ella después de ir a la farmacia con nuestra gracia.
-No sé. No sé si es tuyo o quiero que sea sólo mío-, me dijo.
-Yo te apoyo. Voy a ver los sponsor y te aviso.
-Ya. Pero quiero ser famosa-, me dijo y colgó.
Esa es la idea. ¿Usted entendió? Hay que darle fuerte y suave. Después hablamos. Construir un cuento vertiginoso y peculiar. Algo que sirva a la Editorial. Alocado de amor. Que se venda. De delirio. Algo así como 4.0 y simbólico. De cuerpo. Ni se le ocurra romanticismo. Eso es anticuado. También lo visceral. Eso lo tiene atrapado. Escriba y no decida. El credo. Al sexual y al heterosexual amilanado. Escriba. Eso es versión. De lo presente. Algo así como…
-Paulina-, tú ya sabes…
-¿Qué sé?-, zorrón hijo de puta…
(Use descalificaciones y groserías verbales. Eso vende.)
-Me voy a juntar con mi papá en el Starbucks y le contaré todo…-
-Ah, bueno, si es por eso yo me voy a Barcelona…
Obvio que su personaje es pintor. Ella un tanto actual. Se aman. Obvio. Y por eso se desgranan. No se le ocurra hablar de un pastel. Menos de choclo. Ella es Netflix y Smart TV. Escriba bien. Los chicos del cable…
-¿Y si me hago un aborto?-, se pregunta y le dice ella.
No se le ocurra respuesta antigua. Esa de escapar. Ni hablar de ser culposo. Eso está demodé.
-Yo te dije el condón-, póngale que dice ella.
-Soy visceral-, le dice él.
Y así. No es fácil. Pero usted escriba. En los recovecos de la mente escriba. Da lo mismo quién sea el padre o la madre. Usted escriba. Delirios. Miedos. Obsesiones. Eso vende. El morbo. Vende. Véndase usted y escriba. Por ejemplo…
-Ya. No haces falta. El doctor es amigo de un amigo de mi papá. ¿Tienes planes para esta noche? Estoy lista…
Y final…
Pero siempre agregue una postdata. Algo para seguir comprendido. Al menos ojos abriendo…
-Te aviso por Snapchat…- le dice él.
– Lets you easily talk with friends-, le dice ella.
Y fueron felices para siempre. Da lo mismo el final. ¿Entiende usted? No hay final. Cuando el hijo. O la hija. ¿Quién sabe? Algo nacerá. O se abortará. Pero ese no es su cuento. Usted no haga sociología. Escriba. No se degenere por escribir. Viva. Escriba. Eso vende. Y si no vende, usted vaya a la televisión. Algún escándalo. Aunque por eso no le deseo mucha suerte. Es fama y se cree la muerte. Pan para hoy y hambre para mañana. Vaya que frase más antigua. Mejor usted lea la contigua…
-Paulina-, me voy a Australia.
-¿A surfear?- le dice ella.
-Sí, pero te amo.
Amores. A eso me refiero. Usted escriba de amores y temores. Eso no pasa de moda.
Spotify. Despacito. Usted escriba. Despacio. Con sugerencias y ocurrencias. Renunciando a lo que usted es. Aborte grandes ideas. Mejor escriba. Que el público decida…
