Según el gabinete afgano, al menos 27 civiles murieron en un bombardeo de la Otan realizado en el sur del país, corrigiendo una cifra inicial que indicaba 33 decesos.
La Otan admitió haber atacado un convoy sospechoso, pero un reconocimiento posterior de fuerzas terrestres encontraron personas heridas y fallecidas, incluyendo mujeres y niños.
El disparo, ocurrido el domingo en la provincia de Uruzgan, no fue parte de la ofensiva conjunta entre fuerzas de EEUU, Reino Unido y Afganistán que busca dominar la provincia de Helmand.
La muerte de civiles en todo el país ha causado un resentimiento entre la población afgana.
El año pasado, el General Stanley McChrystal, máxima autoridad militar de las tropas que se hallan ahora en el país árabe, introdujo reglas de enfrentamiento más severas para minimizar este tipo de accidentes.
Según las fuerzas responsables, se creía que el camión llevaba rebeldes talibanes para atacarlos.
El gobierno afganos calificó el bombardeo como «injustificado» y dijo que esto obstaculizaba los esfuerzos anti-terroristas.
Hicieron un llamado a una mayor coordinación y cuidado a la hora de tomar acción, para así evitar tomar más vidas civiles innecesariamente.